Monday, April 25, 2011

MAUSOLEO



John Everett Millais - Ofelia (1852)


¡Ah, qué noble inteligencia destruida! 
Del cortesano, él sabio y el soldado, 
el ojo, la lengua, la espada. Esperanza y flor 
de nuestro reino, espejo de elegancia 
y modelo de conducta, blanco de observantes, 
y ahora destrozado. Y yo, la mujer más abatida, 
que gozó de la miel de sus promesas, 
veo ese noble y soberano entendimiento 
destemplado cual campanas que disuenan, 
esa estampa sin par de perfecta juventud 
perdida en el delirio. ¡Pobre de mí! 
Tener que ver esto, y no lo que vi.
Ophelia.


¿Quien en su locura confunde su llanto con la
superficie del agua e intenta recuperarlo mientras
zambulle su dolor?
Ella, por quien recoge cuidadosamente sus lágrimas
En muda esfera de cristal,
-garganta huera de gritos,
quejidos translucidos-
Para ver si un día llena el pozo de su deseo

Ha sido la misma de otros hombres:
Virgilio, Odiseo, pero no de mi señor.
Su dolor vaga en la soledad bajo
Los mármoles que la ocultan
Con las intermitentes cariátides
Haciendo el último esfuerzo de sostener
El techo bajo las lápidas.

Ophelia:
Tu cabello crecerá de nuevo,
la sangre que interrumpiste buscará otro camino
Los pómulos nuevamente te serán tersos;
Gracias a los ojos bereberes
que inventaron el desierto de mirarlo.

Tu voz recorre los pasillos del laberinto,
La esfera de cristal recuerda tu pupila opaca.
Los Atlas que sostienen el edificio tienen lágrimas
Mientras intentan simultáneamente salir del mármol.
Solo el recuerdo, el estanque de pétalos de mariposas,
La tumba del bufón.

Queda el aire de una desaparición
Que golpea las espaldas de mi armadura en pie
Pero siempre vacía.

Alexandre Cabanel - Ophelia (1883)


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