A G.M.
“Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.”
J. L. Borges.
¿Que más estático que cualquier llanto?
¿La lejanía de cualquier astro?
¿La verdad que nos separa?
Pétreo
inverosímil
atrapado todo en un puñado de sentidos.
Aveces las palabras mueven ese tipo
de quietud,
Así digo tu falta que me ostenta,
así repito tu nombre
que espera un correo,
que lo has reproducido en tu vientre…
Como se asoma Egeo sobre el acantilado,
estamos rodeados de mar:
un mismo continente
ya todo surcado, recorrido
conteniendo un azar de fantasmas,
ese es nuestro mineral estado
una espera corroída de deseo
de descomunal imposible que ha sido advertido
por experiencias ya enterradas
en el movimiento del malestar.
Quédate ahí,
perpetúate inmóvil
hasta que la palabra prohibida te despierte
y el fastidio solo se cuente en cúmulos de tiempo.
Yo quiero huir a tu distancia
comenzar un eslabón con mi vaho en tu hombro
Suceder…
Lentamente
Hasta que tu paso sea mi dirección
y la cordura circule en lo fortuito
implacable,
hacer espacio y que habites
como consecuencia de un espejismo veloz
cercana…
Yo propongo este movimiento,
yo detengo esta historia de mutar en estatuas
con facciones que el cobre permite,
no habrá un cerco,
una calma de estuario
porque detenerse ahora probaría
el acierto del engaño,
la razón de un supuesto
el esperar entre muertos…
Somos estación de camaleones
que renunciamos a camuflarnos mas en lo precario…
¿Que no es sino el color lo que sigue?
cuando vos amenazas en perdurar
cuando en alguna región
el olvido nos de la razón…
