Monday, May 23, 2011

FALSO POSITIVO


Foto Por: Juan M. Trujillo

A  las madres de Soacha.

No podía ahorrarles todo el trabajo a las autoridades; la  responsabilidad
por esta falla, cabía a quien le había quitado sus últimas fuerzas que le habrían servido para ello... Es verdad que la lógica es inquebrantable, pero no resiste a un hombre que desea vivir.  ¿Dónde estaba el juez que nunca había visto? ¿Dónde estaba el alto Tribunal al cual nunca había llegado? Levantó las manos y separó sus dedos en forma exagerada... 
-¡Como un perro! -dijo, y era como si la vergüenza tuviera que sobrevivirlo.
 Franz Kafka
El Proceso


El televisor, asume esa imagen que podría ser una bandera gay, sino fuera porque estamos acostumbrados a que es lo que simplemente refleja cuando se interrumpe la señal, la programación; por alguna causa.  Bujía aparatosamente colocada en la esquina de la diminuta habitación: piso de tierra, un fogón, un catre. El exterior de la puerta está marcado con tinta designando esta cavidad, parte del inquilinato como la G3.
De tierras medidas con la paciencia de las lejanías venía, del sur, de querer dejar atrás las tragedias de su pueblo, los accidentes cotidianos: minas quiebra-patas, aludes, avalanchas, el volcán, las balas... Que mejor opción que enrolarse, servir a su patria; de todos modos no podria acceder a ningún trabajo sin su libreta militar, cancelar por fin su anonimato de la intemperie del gobierno.
El televisor no emite más los colores, solo se observa en la pantalla lo que debe ser la representación del ruido, la estática, el choque de electrones de la caja; toda programación ha terminado y se obscurecen los reflejos en las cortinas de este barrio -intersección de destinos-, que mas pareciera un alunizaje masivo de estructuras de ladrillo, con cientos de antenas levitando en la pendiente, luchando contra la gravedad con sus techos de zinc, con sus constantes de polvo y barro -intermitencia de agua- Soacha: charco tumultuoso pendido por el azar, por el logaritmo de la insensatez.
En el mundo de las filas, los catres, los himnos, el conteo, la guerra, es corto el tiempo que prepara a estos hombres para ser carne de cañón; sobre todo cuando la constante es formar y formar, en escuadras, pelotones, compañías, dar parte, saludar a la bandera, estar seguros desde el comandante de escuadra hasta el general de que los hombres se encuentran completos, que nadie se extravíe en este nosocomio de botas.  Los que otrora fueron nuevos reclutas, están listos, preparados para la negación de las eventualidades del azar que posee este país en guerra, en acto de generación espontánea de muertos, nadie sabe el porque, nadie se detiene, correría el riesgo de tropezar en cementerios, en fosas; es mejor dejar esto en las manos de nuestro hombre del sur...
(Un Coronel)
-Soldados de la patria, ustedes han sido escogidos entre los muchos de su contingente. Ahora, harán parte de este escuadrón especial, donde estaremos encargados de mostrar resultados.
-Firmes!!!...A discreción!!!
-Nuestra misión por lo delicada e importante le daremos el nombre de Números, a muchos les parecerá poco ortodoxo el nuevo entrenamiento, en especial vestir y desvestir maniquíes, pero está diseñado para prepararlos en el servicio a la patria, nuestro destino máximo.
Hormiguero de luciérnagas televidentes, ladera donde la noche dispersa los habitantes y los encierra en su latón, sardinas hacinadas que evitan a toda costa el abrelatas de las balas.  En la G3 el reflejo de la caja de televisión ya se confunde con la claridad de la mañana, donde las sombras de las sábanas nos empiezan a señalar el cuerpo de este hombre que duerme pesadamente.  En derredor, partiendo de él que es su centro, empieza el ruido de los pasos ligeros, las manos que conducen otras de las que cuelgan uniformes, morrales, se ven arrastradas al colegio; gente que baja las pendientes en zigzag hasta llegar a boquetes mas amplios donde tienen acceso a los buses, controlados estos por el azar, siendo predecibles, perceptibles, por el estertor de la música que se escapa en un alto volumen del aparato. Más allá, la visión de la urbe, la claridad del frío antes que el smog cubra este otro centro, como cubre las estrellas el exceso de iluminación -sonidos todos del acto rutinario-. 
En el centro de esta pesadez, escuchamos el golpeteo constante sobre algún techo; de sobresalto, la figura de la cama se levanta agitada, pensando que la taticardia y la respiración son debidos a otro sueño donde las balas son la constante.  Alcanza el tiempo del presente y descubre el maldito ruido exterior, sale, el ruido no cesa, el televisor se invade con imágenes...
-Buenos días
-Buenas
-Espero no le moleste el ruido, trato de solucionar este caparazón.
-Y que es lo que tiene de malo.
-¿Como? ¿Es que no las escucha? ¿Nunca le ha pasado?..
-¿Que?
-Caen a toda hora, perdidas, como el granizo sobre la lata, pierden su forma como el hielo, pero no por el calor, por el contacto, por carecer de objetivo, y hacen agujeros en los techos...
Esperando una respuesta más practica el hombre, pensaba en pájaros, u otros objetos lanzados por la catapulta del clima...
-Las balas
-¿balas?
-Si, mire, por ejemplo este, podemos asegurar que este techo no fue el punto de salida.
-Y eso ¿por que?
-Pues por la forma del orificio que dejan.


-Mire Capitán, acá están los datos y coordenadas del paquete, ¿Me comprende?.
-Si mi coronel. Permiso para hablar.
-Diga Atamian.
-¿El paquete esta en frío o caliente?
-En frío, ya sabe que hacer y gástese una munición al aire que es donde mejor se distribuyen las ojivas.  Cuando todo este listo y haya arreglado el área, no se contacte conmigo ni con ninguna guarnición militar, limitese a llamar a la autoridad competente para que den parte.
-A sus ordenes Coronel.
Este barrio es como las laderas del tiempo, sobrecargadas, intermitentes entre los desplazados que llegan y los que se marchan; igual que la ropa en el exterior: iris que pende, que deja pequeños golpes de agua en el piso de tierra, como las balas en los techos, superficie de refugio, en nuestro caso, escondite ante la evasión del insoportable mundo castrense.
-Soldados, vistan esos cuerpos con los camuflados que trajeron, pongan estos fusiles ahí también mientras doy el parte de victoria.
Extra, extra, interrumpimos este programa para informar los grandes logros en seguridad del gobierno: 12 insurgentes dados de baja en las últimas 24 horas.  Nuestros reporteros se encuentran en el sito de los hechos... Desde la esquina de su cama, este hombre quiere pronunciar algunas palabras, esta casi en lágrimas, recuerda las razones que lo condujeron acá, el televisor miente, él lo sabe.
Estos resultados, son semejantes a los periodos electorales; donde miles de muertos eligen y ejercen su derecho al voto.  Un día se agotaron los paquetes en frío, ahora seria mas difícil vestir a las bajas sin el paso del efecto postmortem; la orden era ir, abrir las puertas, violar la intimidad, aprovecharse de la miseria para ofrecer culpables.
-Díganles que tienen trabajo que ofrecer, que no se evadan mas del servicio y si se resisten los sacan a patadas.
La noche y las botas, betún de salvoconductos para la ley y sus soldados.  El miedo  en socavones que no son calles todavía, miseria que está atemorizada ante la fragilidad de las incertidumbres, la luz escasea a pesar de que la red eléctrica está expuesta e intercomunicada como una gran malla que atrapa esta barriada, favela, rompecabezas amasado como por maremotos, sobreposicion del hasinamiento, pero al tiempo es también raíz, plexo del desorden, tumulto en paredes de las nuevas ciudades para recordar la injusticia.
-No se resistan que todo eso cuenta, (entre murmullos) Cuentan, cuentan.  Saquen a éste animal que se resiste...
Es tan veloz la injusticia, tan aparatosa; que nuestro hombre solo alcanzó, entre su parálisis y el supuesto deber a separar al hombre que se llevaban de su hija -una niña en lagrimas-, evitando que la golpearan los otros en tumulto, convirtiéndose en grieta desesperada de una partida, donde después de los golpes solo existe el ruido de las puertas que se cierran, el silencio de las ataduras, el oso de felpa en la calle de polvo;  el mismo que frente al televisor donde se reflejan las noticias, tiene aferrado de su dorso los parches, las insignias, las cucardas, el apellido que no diremos acá por que lo importante son las cuentas, los números...
-Un gran despliegue militar da como resultado un número indefinido todavía de insurgentes muertos... con nosotros el ministro de defensa, doctor J...
Habría de volver, a esta intersección a devolver esta propiedad de la tragedia generada por el interés superior de la patria, pero devolver ¿qué?, si ya no vendría en forma de padres, de hijos, de hermanos, de hombres.  El hombre de la G3 ha vuelto a entregar su terror en la forma de un juguete, en la búsqueda infructuosa; él volvió, se evadió, perpetro este crimen de no estar de acuerdo con intereses superiores, regresó a la parte geográfica de su conciencia para buscar en cierto modo una paz; con poco en los bolsillos rento esta esquina del asidero, de la cual, odia el nombre dado a su puerta, como si un matemático fuera el que diferenciara los cuartos de este inquilinato; a él le recordaba la inteligencia -no cualquiera-, la inteligencia militar representada en el signo de letra y numero.  Sin temor alguno, pensaba en las acciones correctas, el motivo por el cual regresaba al lugar de la impunidad, ya nadie podría juzgar su verdad; pero tampoco hay a quien recurrir, los oidos de la ley son un largo laberinto lenticular de yunques como patíbulos y estribos gobernados por la mafia de las democrácias.
-Digame Atamian, me llega información que no completo la cuota necesaria ¿hum?
-Falso mi coronel.
-Y cuál fue el problema con el transporte del paquete, ¿es cierto que tuvo que enfriarlo antes de llegar, contradiciendo todas las ordenes?
-Positivo mi coronel
-Pero expliquese, maldita sea Atamian!!!
-Bueno, hubo cierta resistencia de algunos civiles, hubo que calmarlos dando de baja a algunos; para moverlos mas de trecientos kilómetros por tierra sin llamar mucha atención.
-¿Y por eso no llego a tiempo?
-Falso mi coronel
-y se le evadió uno de los suyos ¿no?
-Positivo mi coronel.
La soledad en las comunas, periferia, anatomía devaluada del horizonte.  De todas partes se ve el drama pero tan poco vale que se vuelve invisible, hasta la memoria ya paso ese umbral de dolor de las cosas para seguirse dando cuenta del desastre, castillo de naipes, Soacha, Varón del Sol, a tus hijos los trajo la violencia y se los llevo la violencia:  anegación resiliente, multiplicación, adjetivo común del abandono; nunca una ley separo los márgenes, nunca atravesó estas calles como un gozque extraviado, nunca un gendarme para poner orden a ¿qué?, si todo es el miedo al abismo, al limite de la condición, a la multitud invisible que existe pero le sobra el valor para que se reconozca.   Este barrio es solo otro brote, un sarpullido que los aludes van a esparcir en añicos...
-A esta hora se realizan fuertes operativos, con el objetivo de...
Se escuchan pasos rápidos y sonidos metálicos que se acercan; nuestro hombre ha llenado las sandalias con sus pies y manualmente ha bajado todo el volumen del televisor, deja como único testigo de las imágenes al pequeño oso de felpa, repara una vez más en lo que muestran las noticias e imagina que tal vez, hubiera sido mas fácil haber estado frente a los combates de que hablan las noticias, hubiera podido tener más oportunidades de acabar de igual a igual con su enemigo; en cambio, tuvo que ir a vestir muertos, mientras los mandos celebraban con la visión, estos cuerpos en la selva, como si fueran los añicos de una piñata esparcidos en el suelo, premio de pruebas...
-Abra la puerta, sabemos que está ahí.
El hombre abre la puerta, es señalado por los fusiles, se cruza una larga mirada con el comandante, su otrora capitán Atamian, y realmente siente que no existe ningún tipo de reproche por sus actos, porque todavía podrá servir, podrá tener algo de valor; información quizá.  Sumisamente su vergüenza cruza el umbral de la puerta, el televisor sigue cambiando de imágenes rápidamente e iluminando el cuarto, el capitán hecha una ultima mirada para estar seguro de que no hay nada mas de importancia que extraer de aquí.
-Soldado!!!.  ¿como se siente estar en familia otra vez? ¿hum?; no hay de que preocuparse ya, borrón y cuenta nueva, así como antes, hoy contamos con usted; ¿me escucha lanza?:
-Contamos con usted, si señor, lo contamos...