Friday, April 15, 2011

Capsulas

Near the Thames
Photo By: Juan M. Trujillo


...rara mi rutina, raros los días que preceden al invierno; observo las paredes, los libros, todos los libros y entiendo la extensión del daño...

Sunday, April 10, 2011

Melina




Toda la Gloria del Mundo cabe en un grano de maíz...
José Martí
Melina, no se de que otro nombre llamarte; si cuando cuidabas de mi, yo habitaba en la mudez de la infancia.  Cuantas veces no me arrastraba por el suelo jugando sobre las tablas; mientras tu, sentada, observabas penetrar los rayos de luz evitando que le hiciera sombra a tu mirada de un día mas.
¿Cuanto amor puede uno recordar?... Y después no hay tiempo para nada, solo para seguir, seguir, seguir sepultando los recuerdos con cansancio -¿los fantasmas?-.  Tu tampoco sabes que me sigo levantando de mis pesadillas -o fuera de ellas- en medio de la noche, descalzo, oprimido por la obscuridad de la temprana estatura; me levanto y abro esa puerta para comprobar tu ausencia definitiva, donde están los que rezan a la luz de las velas, los murmullos que mas tarde vendrían a que tratara de dormir.
Nunca más te vi, y sabia de tu ausencia sin siquiera saber que significaba la muerte.  Pero estoy aquí, Melina, Abuela; estoy mintiendome que recuerdo tu olor, riendo todavía cuando me defendías de las muchachas que trabajaban en la casa; y susurro a tu oído distante que es mi recuerdo todas esas preguntas que se quedaron sin respuesta alguna...
Hoy he venido a cultivar tu nombre que no tiene tumbas para que se pudran pétalos, hoy, tengo otra vez cuatro años y nos divertimos con el periódico, sigo sin entender todavía que función cumplen tus escapularios, cuelgo de los resortes que se han salido del cuero en el espaldar de tu silla y me aferro de tu falda para darnos ese equilibrio que nos falta a ambos en estos extremos de la edad.
Tu sigues ahí, desgranando el maíz, mientras yo me sostengo en el suelo del mundo; y cada vez que caigo, la falda de tu recuerdo esta ahí para aferrarme y buscar el equilibrio para levantarme, para continuar sabiendo que tu recuerdo se marchita.  Me observabas desde tu somnolencia, desde la blefaritis de tus párpados, desde tu paciencia y estabas segura que la edad se ensañaría conmigo y tu no podrías ser testigo de todos esos lapsos de tiempo; por eso creo que te aferrabas de mi y me atenazabas dándome un beso para que me durara a través del tiempo imposible para ti; hoy, se ha vuelto ese beso tatuaje en la memoria abuela.
Escucha esta marcha difícil, irregular como cuando te ayudabas con el bastón; esta vez son mis pasos, estas palabras dubitativas, ataxia permeada de soledad.  Hoy, tengo cuatro años y me recuesto a tu lado sobre tu silla y me regalas la lección mas hermosa de humildad fabricada con  tus manos; lección que me devuelve al origen, que me recuerda que parto también de ti, que en mi, existen cantidades de variables, de diferencias y de accidentes para observar la multitud y querer confundirme en su diversidad.