Foto Juan M. Trujillo. |
Sabiéndonos,
el tiempo es verdugo;
incluso antes de la luz
de que los guijarros sepan
que son fondo
antes de encontrar el camino
que atraviesa una parte sofocada;
convertida la espera
en instrumento de hombres:
riel, dársena, manos donde
el pulso no basta para retener.
La historia escucha
desde un suceso de este abismo.
En el recorrido del árido apotema al centro:
Tu
esa marea de extensión aferrada
al continente,
la medida de naufragio en ese
caparazón donde
tus pasos son borrados también
por la arena que se deshace y se resbala
en la oleada...
en la cuenta de tu pérdida.
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