Superficie en la catedral de sal de Zipaquira Foto Por: Juan M. Trujillo |
Pais poroso, filtrado de fosas;
esponja famélica de muertos
un vistazo desde el interior de la tierra
vería papilas -como en las lenguas cercenadas-
acumular la aparatosa muerte
la sobreposición del caos,
miasma que palpita cada vez
que un cuerpo vítreo se rompe en
lo que fue la catapulta de las miradas,
cada vez que una fanera crece,
cada vez que la bilis se rompe por un
paso sobre la tierra...
úteros del paisaje, semillas
de tierras inútiles de palma, baldíos
del pacer, sementeras extranjeras.
País ignorante;donde nadie ve crecer el
numero de muertos más allá de la cantidad
que su propia miseria le recuerda las cuentas
con el ábaco de la mano...
Bonanza innecesaria de carcazas de hombres;
que han estorbado el interés primordial,
que han también, señalado la verdad.
País,
los que te vivimos no creemos en este meollo
porque es una esquina donde los otros se recuestan,
donde conocemos lo horizontal solo para deshacer el cansancio
que todavía no es decúbito,
pero allá abajo existe un mundo
desconocido, mal interpretado por las cifras oficiales;
las lapidas que crecen de la tierra como uñas,
no tapan el sol con los nombres, no escapan de la
lluvia aun cuando señalan;
este no es el caso, porque para los hombres
y mujeres de la intemperie no se han marcado
sus nombres...todos los nombres.
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